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Por reflujo gastroesofágico se entiende el paso del contenido del estómago al esófago. Debe considerarse como un proceso fisiológico que en los recién nacidos, en los niños y en los adultos sanos puede producirse incluso varias veces al día con pocos síntomas.

En los niños más pequeños en particular puede presentarse junto a regurgitación o vómito. La leche que regresa a la boca de los lactantes durante las tomas o después de ellas es un claro ejemplo de este proceso que no suscita una preocupación especial y en general se resuelve en el período comprendido entre los 18-24 meses. La regurgitación resulta preocupante cuando es abundante y frecuente durante el día, a tal punto que modifica la calidad de vida del niño.

Por lo general, el responsable de que el contenido del estómago pase al esófago (reflujo gastroesofágico) es la relajación temporal del esfínter esofágico inferior, una especie de válvula que se abre para hacer pasar el alimento ingerido al estómago y que se cierra inmediatamente después para permitir el inicio de la digestión.

Los síntomas que se deben tomar en consideración

Aunque la mayor parte de los episodios de reflujo son breves y no producen síntomas, en un cierto número de niños esta condición puede evolucionar hacia la «enfermedad por reflujo gastroesofágico» (ERGE), caracterizada por la presencia de complicaciones como dificultad respiratoria, esofagitis y retraso en el aumento de peso del niño.

En los lactantes y en los niños de edad preescolar, el reflujo gastroesofágico se puede manifestar también con episodios de vómito. En los lactantes son generalmente recurrentes, mientras que en los niños de edad preescolar son intermitentes, y en ambos casos pueden provocar un escaso aumento de peso y/o fuerte inapetencia que también puede estar presente como síntoma aislado en los niños pequeños.

Por el contrario, los niños más grandes presentan síntomas que recuerdan los del adulto, manifestando sensación de ardor, dolor epigástrico y regurgitación ácida.

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